Martnisha lleva la danza en las venas, desde pequeña siempre le ha gustado bailar, y esa es una pasión que ha conseguido continuar hasta el punto de convertirse en la gran bailarina que es ahora. Vive por y para la Danza. Inicia su formación en Danza Oriental con Leyla Zurah para después adentrarse en el Tribal en la escuela Nieblas de Avalon. Actualmente es gogó en varias discotecas de Madrid y profesora de Danza Tribal en la escuela D'Ambra Dance Project y en la escuela Nahid de Griñón.
P. ¿Cómo descubriste la Danza Oriental? ¿Cómo empieza todo?
R. Va a sonar un poco a mito pero yo la descubro precisamente por Shakira, ¡como casi todas! ¡Esto es así! (Risas). Llevo bailando toda la vida, y la mi intención no era acabar siendo bailarina de este tipo de Danza, para nada. Yo era bailarina de discoteca, por decirlo de alguna manera, era gogó. Y en la época en la que yo bailaba de gogó era muy importante que supieras bailar bien, no como hoy en día, que solo tienes que tener un buen tipo y posar. Antes buscaban a chicas que supieran bailar, porque la música de ese entonces necesitaba ser bailada. Tenía que tomar clases, porque el flamenco que yo había hecho no servía para una discoteca. Una danza que más o menos podía cuadrar con ese ambiente era la Danza del Vientre. Yo empecé a buscar clases pero todas las escuelas eran carísimas... Y entonces da la casualidad de que una vecina habla con mi madre y le dice: “pues que sepas que aquí en el gimnasio de abajo del barrio hay una profesora que está dando clases de Danza del Vientre”. Esa profesora fue Leyla Zurah. Y así es como empezó todo.
P. ¿Qué fue lo que te hizo acercarte al Tribal?
R. Leyla puso mucha confianza en mí en que cuando ella no podía ir a bailar a la tetería en la que estaba trabajando, confió en mí para sustituirla. Además de haber estado bailando allí gracias a ella, me invitó a su cumpleaños, y ella quería un regalo por parte de sus alumnas y a mí me pidió que bailara. Bailé Oriental, con el típico traje rosita y plateado muy divino de lentejuelas. Y en una de estas le pongo una canción que había descubierto en Internet y me había gustado mucho; Khundas, de Shiva in Exile, que es muy tribalera. Y ella muy apenada me dice: “Ay dios mío, yo pensaba que ibas a ser mi legado el día de mañana...” Yo me quedé extrañada, porque que tu profesora a la que le habías cogido tanto cariño te diga, casi llorando, que “qué pena, yo creía que ibas a ser mi heredera”... Ella podría haber tenido una alumna fija en Oriental, pero me dirigió hacia el Tribal. Me dijo “busca a Morgana y busca su escuela, y, eso sí, ponte en la lista de espera” (Risas). Y empecé a ver sus vídeos en YouTube y dije “bueno, ¡es que esto es una barbaridad! ¡Me encanta!”. Morgana fue la que me enamoró del Tribal. Después vi más vídeos; Rachel Brice, Zoe Jakes... Pero Morgana fue la primera.
P. ¿Cómo empiezas a bailar?
R. Mis padres siempre me han apoyado en todo. Un día, teniendo yo 13 años, le dije a mi padre: “me voy a ir al Space papá”, claro, el pobre hombre teniendo a la niña que se le va a la discoteca que encima es de 14... Space of Sound era una discoteca light para mayores de 14 años, pero es que yo tenía 13, mis padres decían: “¡¿pero esta niña a dónde va?!” Y entonces yo dije: “¿qué prefieres, que te diga que me voy al Burger King y me vaya al Space con mis amigas, o que sepas dónde estoy?” Y mis padres me miraron y dijeron: “bueno... viéndolo así... casi que prefiero saber dónde estás”. Así que empecé a ir. Y yo con 13 años ya tenía el mismo cuerpo que hoy, nunca me pedían el carné. Y un día me subí a una tarima y me dijo el jefe de la discoteca: “oye, ¿quieres bailar?” Me ofreció ser gogó. Cerró esa discoteca pero el chico que me lo propuso abrió otra y me dijo lo mismo. Yo accedí, ¡claro! ¡A mí me dices “¿quiéres bailar?” y soy la primera que se sube a una tarima! ¡A la vista está en las haflas! (Risas). Y así es como empecé.
P. Además de Tribal, Oriental... ¿Qué otros tipos de Danzas bailas?
R. He estado haciendo flamenco, bailes regionales, bulerías, pasodobles... He estado con casi todos los bailes de salón, excepto con los que son 'latinos latinos'. Y nunca he querido hacer ballet... hasta ahora, ahora sí me interesa.
P. En cuanto a las coreografías, ¿prefieres utilizar las tuyas propias o bailar otras?
R. Te voy a decir la verdad, en toda la formación que yo he recibido, tanto en Oriental como en Tribal, pocas coreografías he visto. Eran clases de técnica sobre todo. Y eso es algo que también aplico en mis clases, porque ¿de qué te sirve aprenderte una coreografía si no conoces la técnica? Yo creo que el ejercicio de hacer una coreografía tú sola y de crearla tú, te crea unas cuestiones que el día de mañana puedes preguntar en clase.
P. Eres licenciada en Historia del Arte, ¿cómo afecta esto a tu forma de ver la Danza?
R. Yo creo que lo único que hace el que haya estudiado Historia del Arte es tener amor por todas las artes. Te crea incluso más gusto del que tenías antes por las artes, y la Danza es una de ellas. Pero dentro de Historia del Arte no se ve casi nada de Danza, es ya lo que tú quieras mirar por tu cuenta. Lo que está más ligado con la Historia del Arte y la Danza es la música, no se entiende un ballet, una pieza de flamenco o la música sefardí si no hay alguien que lo baile. Yo siempre digo a mis alumnas que la música existe por si sola pero que la bailarina sin música no es nadie, aunque sí que es cierto que hay una relación recíproca entre la música y la Danza.
P. Toda esta dedicación a la Danza, como gogó, como bailarina de Tribal... ¿Cómo afecta a tu vida personal?
R. Tengo la ventaja de que no me afecta. La gente que me rodea me apoya al 300%. Antiguamente sí que he tenido problemas con mis exnovios, lo típico: “quiero que dejes de bailar... porque te está mirando todo el mundo”... Hasta que encontré un chico, con el que estoy ahora, y que en los cinco años que llevo con él nunca me ha dicho que deje de bailar. Nunca, nunca, nunca, nunca. Es más, es el que me lleva a todos los sitios, es el que me trae, el que me hace los vídeos, el que me hace las fotos... Las fotografías del año pasado de Hechicera del Ebro, que salgo en un campo con el traje azul, ¡me las hizo él!
Me tatué la musa de la Danza de Alfons Mucha para que le quede claro a todo el mundo que llevo la Danza en mi piel. Ese tatuaje tiene un significado y es que nunca voy a dejar de bailar por nada ni por nadie. Me paguen, no me paguen, tenga amigas, no tenga amigas... me da igual. Aunque tenga que bailar en mi ducha, nunca voy a dejar de bailar.
P. De tus maestros de Danza, ¿quiénes han significado más para ti? ¿Quiénes te han aportado más?
R. Leyla, por supuesto, importantísima. Ella me descubrió el Tribal y de no ser por ella yo creo que sigo en Oriental. También Nana, Nadia Corazón. Era una de las profesoras de Nieblas de Ávalon, yo la cogí un cariño enorme, la quiero con locura. Ha sido muy importante dentro del Tribal para mí porque me ha enseñado el ATS, la fusión... Ha sido una profesora súper cercana, la podía preguntar lo que fuera... Y después Morgana, claro.
Pero de las profesoras que más me marcaron una fue Moria Chappell, que dio un taller aquí en Madrid, fue el primero de las norteamericanas al que yo fui. Nos dio un taller impresionante. No vino a dar unos pasos sino a mostrar una técnica; dividir todo tu cuerpo en disociación. Me cambió el concepto de ver el cuerpo dentro de la danza.
De todos modos creo que todos los profesores siempre te aportan algo.
P. ¿Qué artista dirías que es tu mayor inspiración? ¿Por qué?
R. Tengo dos que me enamoran, las dos típicas, Rachel Brice y Zoe Jakes. Creo que son los dos polos opuestos, de Rachel me gusta su elegancia, su lentitud, como ella puede retener un movimiento de forma muscular... Y de Zoe lo que más me gusta es lo explosiva que es. Me encantan ellas dos por sus dos cualidades. Me gusta poder tener los dos registros.
Con Rachel también hice un taller, que fue de los que más me gustó. Salí de allí con la sensación de “no me he enterado de nada, tengo que practicarlo”. Fui súper feliz, porque cuando vas a un taller y ya te lo conoces todo, te aburres. Pero con Rachel no fue así.
P. Como profesora de Tribal, ¿qué esperas de tus alumnas cada año? ¿Se cumplen tus espectativas?
R. Se cumplen al 300%. Dentro del mundo de la Danza tengo claro que para avanzar necesitas saber bien lo anterior, o no te vas a enterar. Si yo tengo que enseñarte un maya para que al año siguiente lo desplaces, tengo el concepto de que necesitas mucho tiempo para que eso salga bien. Y mis alumnas, en casi todos los grupos, son unas cagaprisas. Dicen que la que lo fomenta soy yo, inconscientemente, y que se ponen a ensayar en casa, cualquier duda me la preguntan por facebook... Yo les doy esa puerta abierta para que ellas puedan preguntarme en cualquier momento.
P. Como bailarina, ¿cuál es tu secreto?
R. Estar todo el día. Yo creo que lo más importante de una bailarina es que sienta la música. El secreto es dejarte amar por la música y tú amar la música. Me da un poco igual sorprender al espectador, lo que yo voy a mostrar es lo que disfruto con esa música.
P. ¿Cómo te sientes cuando bailas?
R. Me siento muy libre. En la Danza creo que es donde más contenta estoy, donde más me desfogo, donde más libre me siento... Es mi droga, yo soy yonki de la danza (Risas). Me gusta porque estás tú sola, ante un montón de gente, y eres capaz de evadirte. Creo que al bailar es cuando más descubro cosas de mí misma, es donde hablo más conmigo misma y con mi interior. Me siento totalmente libre para hacer lo que me dé la gana, y me da igual gustarle a la gente o no.
P. ¿Qué nuevos planes tienes en mente?
R. Lo que más me apetece es el siguiente Generation Tribal Fest , me lo tengo que currar mucho porque este año ha habido un nivel muy alto. Así que... ¡a ver a quien traemos este año! Muchas repetirán, claro. Este año cogí el Generation con un concepto de “me apetece ver a todas estas artistas bailando juntas”. ¡Y si tengo que montar un espectáculo, lo monto! Otro plan para el futuro es mejorar lo máximo posible, tanto como bailarina como profesora.